LA IGLESIA Y LA PANDEMIA

3 LECCIONES QUE RECIBÍ COMO PASTOR EN LA CUARENTENA

Jonathan Martin Orosco Medina
7 min readAug 6, 2020
Foto de Nikko Tan en Pexels

Hace unos días un amigo me etiqueto en su página de Instagram para invitarme a comentar y participar en un post que había hecho en donde preguntaba cuáles eran algunas de las lecciones y cambios que la iglesia tuvo que aprender en esta época de Covid. De una manera muy natural, auténtica y fluida escribí cinco lecciones que, como pastor, recibí en esta época. Y al darme cuenta de ese entusiasmo que había en mi, decidí ir más allá de un simple comentario para exponer estas tres lecciones que, a lo largo de esta cuarentena, han taladrado en mi cabeza.

  1. El templo se cerró, la creatividad se abrió camino.

La creatividad es inteligencia divirtiéndose

Albert Einstein

Seamos la iglesia de la creatividad, para redefinir lo ordinario y convertirlo en extraordinario

Alex Sampedro

A mediados del mes de marzo en México comenzaron las noticias que alarmaron a toda la sociedad, el virus denominado Covid 19 ya había tocado nuestras tierras, afectando a un porcentaje considerable de nuestra sociedad. Cuando en noviembre y diciembre del año pasado se escuchaba a lo lejos de este virus y las enfermedades que causaba, la gente parecía incrédula pensando que posiblemente no llegaría hasta nuestras tierras, pero ese pensamiento, esa actitud se volvió un tema más serio al saber que una cuarentena se veía mas presente que nunca.

Y a la iglesia la cuarentena la tomó por sorpresa, sobre todo cuando se cerraron los templos, lo que para muchas representa el centro su actividad y de su movimiento. Esto provocaría en líderes, pastores e iglesias: estrés, incertidumbre y nerviosismo sobre cómo desarrollarían las actividades en el plano de la cuarentena. La iglesia tendría que migrar a las plataformas digitales, plataformas que durante muchos años fueron satanizadas y no exploradas por un buen sector religioso. Pero ahora la pregunta no sería si se podrían utilizar o no, sino cómo llevarían a cabo las iglesias su enseñanza, discipulado, ministración, comunidad, ordenanzas (bautismo y cena del señor) y labor pastoral, desde las mismas plataformas y medios digitales.

Las plataformas más abarrotadas fueron Youtube, Facebook e Instagram, estos como medios alternativos para publicar y transmitir las reuniones, además de contar con un sector cristiano fervoroso por realizar podcasts, talleres, anecdotarios, entrevistas y un sinfín de propuestas en la índole cristiano religioso para las plataformas digitales (por cierto, escuchen mi podcast llamado Mundo Mundial). Ahora todos tienen tiempo y eso provocó que los medios creativos populares, se convirtieran en pistas y caminos de trafico de información.

Sin duda me sorprendieron muchas iglesias de amigos y pastores conocidos que comenzaron a utilizar este cierre de templos para sacar estrategias y herramientas creativas en la enseñanza, predicación y discipulado de su grey. Aunque también me pareció triste ver a un sector religioso entristecido y batallando con las leyes impuestas por el sector salud cerrando los templos.

La creatividad, la educación y la enseñanza no están peleadas, eso fue algo que aprendí desde hace mucho, lo leí con Jesús a través de las parábolas, lo imaginé con Jeremías en su performance al hablar al pueblo y las autoridades. El contenido (evangelio) y la forma (herramienta de comunicación) deben ir de la mano y cada nueva generación debe encontrar los medios para comunicarlo.

Hoy son los medios digitales en donde podemos hacer la diferencia, pero no son los únicos espacios en donde necesitamos la labor profética de la iglesia, algún día tendremos que migrar a otros espacios y a otras realidades en donde también se necesita el evangelio, los principios de Cristo y promover la dignidad humana. Todo ello desde realidades creativas por parte del cristiano.

Por esto, mi petición es que, con templos cerrados o templos abiertos, la iglesia de Cristo siga fomentando la creatividad. Que no esperen a que haya otra cuarentena, una crisis social o una persecución que quiera poner en riesgo la iglesia. Necesitamos fomentar la creatividad y para eso se necesita de la participación de toda la iglesia. Necesitamos de aquellos artistas que se encuentran en nuestras comunidades de fe, que no le tengamos miedo a los medios digitales y que estemos dispuestos a escuchar y aprender de las generaciones que vienen atrás de nosotros.

Seamos creadores porque tenemos un Dios creador, que materialicemos las ideas en servicio y compromiso con el mensaje de Jesús. Hagamos un tiempo para ser creativos y no que el tiempo nos haga creativos, porque puede ser que cuando llegue ese tiempo sea muy tarde.

2. Rompimos el paradigma de la tecnología pero no el de hacer iglesia.

Las relaciones cristianas mutuas constituyen el criterio que el mundo usa para juzgar si el mensaje es verdadero, la comunidad es la apologética final”

Francis Schaeffer

La urbanización exigirá un modelo de iglesia donde la celebración de la fe nazca mucho más de la experiencia de las comunidades cristianas y donde los la liturgia sean comprendidos y participados por todos.

Galileo Segundo

“A diferencia de lo que se practica hoy, la enseñanza en las reuniones de la iglesia no era presentada por la misma persona semana tras semana. En lugar de eso, todo miembro tenía el derecho, el privilegio y la responsabilidad de ministrar durante el encuentro”

Frank Viola

Era el primer domingo después del anuncio de la cuarentena, muy temprano me paré emocionado para ver lo que iba a pasar en las diferentes iglesias con las cuales tengo contacto. Primeramente, me imaginaba a una iglesia guardando la “sana distancia”, obedeciendo y poniendo el ejemplo del amor al prójimo, servicios bien preparados y organizados, pero sin producción, que no necesitaran de un grupo de personas arriesgando su salud y las de sus familias dentro de un cuarto. Me imaginaba familias celebrando servicios desde casa, en donde compartieran un canto, tal vez un poema o un sketch. Tal vez hermanos y hermanas compartirían cómo han estudiado en familia los libros de la biblia. Me imaginé a diferentes familias o líderes de la iglesia compartiendo pasajes de la biblia y aplicando su mensaje en unidad. Me imaginaba a hermanos y hermanas preparados académicamente dando consejos en temas como la ansiedad, el estrés y la salud mental, pero sobre todo me imaginaba una iglesia inclusiva en donde ya no solo era un grupo selecto el que dirigía, si no muchas familias y personas de la iglesia participando unos con otros, desde niños hasta adultos.

Pero fue una desilusión encontrarme con una iglesia haciendo el mismo culto de cada domingo solo que, ahora transmitiéndolo por las plataformas, las mismas personas dirigiendo, el mismo programa (con leves variaciones), el mismo predicador y formato de cada ocho días. Rompimos el paradigma de la tecnología, pero no el de hacer iglesia, era nuestra oportunidad para ser una iglesia que involucrara a todos los miembros y familias en los servicios, en donde se ejerciera el sacerdocio de todo creyente, en donde como la iglesia del primer siglo se observara un intercambio de vida, amor y comunión.

Hay una gran diferencia en asistir y participar en una iglesia local. La participación proviene de una conciencia mayor de compromiso como lo enseña Pablo en Corintios, en donde exhorta a los creyentes a no tomar a la iglesia como un tema superficial, sino apropiarse con la debida responsabilidad y entrega, porque es el cuerpo de Cristo.

Hoy la iglesia podría aprovechar las circunstancias en las cuales se encuentra toda la sociedad para hacer brotar desde el corazón de los creyentes fieles, hombres y mujeres, la participación libre y flexible dentro de la iglesia local. Las celebraciones de nuestras iglesias deberían ser más inclusivas y retar a las familias de la iglesia para que desde casa con las posibilidades al alcance, puedan incluir su participación dentro de los servicios. El funcionamiento de cada creyente es determinante de acuerdo a la participación en las celebraciones de la iglesia local.

3. Las vidas importan más que los números.

Para un hombre lleno del sentido de la compasión, nada humano le resulta ajeno: ni el gozo, ni la pena, ninguna forma de vida o de muerte.

Henry Nouwen

Creo que una de las mayores lecciones que ha recibido la iglesia en esta cuarentena es en el tema de la labor pastoral. En donde todo modelo pastoral fue confrontado al sacarlo de su zona de confort, sobre todo en el tema del discipulado personal, acostumbrados a los grandes programas de discipulado y a temas prediseñados, la iglesia tuvo que abrirse y mostrar compasión, compasión en medio de una sociedad agitada, con crisis económica, hermanos con Covid, personas con ansiedad o hermanos que perdieron a familiares cercanos. Sin duda estas trágicas circunstancias nos hicieron retomar una labor y un discipulado personal que va más allá de nuestros programas y nuestras metas personales. No estoy diciendo que nuestros programas no sean bíblicos, pero si creo que el interés personal y la visión del liderazgo humano subyuga el interés que Cristo mostró a cada persona en lo individual y en lo comunitario.

Esta situación nos ayudó a mirar la vida del otro con compasión, con ojos nuevos ante realidades nuevas, no solo como un número o como resultado de algo que hicimos. Necesitábamos de esto en la iglesia, para poner una pausa a lo que hacíamos y lavar los pies de nuestros prójimos. Ya vendrán tiempos para los grandes discursos y la teología avanzada. Hoy debemos saber que trabajamos con vidas, vidas vulnerables, sensibles y necesitadas.

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Jonathan Martin Orosco Medina
Jonathan Martin Orosco Medina

Written by Jonathan Martin Orosco Medina

Conferencista, maestro, capellan y consultor para organizaciones sin fines de lucro. Especialista en proyectos y estrategias dirigidas a jóvenes.

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